miércoles, 27 de febrero de 2008

Tratado Primero**


Un día me encontraba sola en casa y de repenté entró Catalin. Me miró y me dijo:


- Acompáñame.

- ¿Dónde? - Le pregunté yo muerta de miedo.

- A Barcelona. Me lo ha pedido tu madre.

Muy desconfiadamente me levanté y le seguí. Subimos a su coche rojo y nos fuimos. No hablamos en el coche. Tampoco nos miramos. Yo estaba muy asustada. Llegamos a Barcelona y me llevó a una casa vieja, dónde al parecer vivía un conocido suyo rumanés. Digeron algo. Yo no lo entendí, pero vi como su amigo me miraba.

Pasamos un rato en esa casa y al final llamaron a la puerta. entró una mujer y un viejecito que al parecer era ciego ya que llevaba unas gafas de sol y un bastón. Me presentaron a ese hombre y Catalin me dijo:

- Éste es mi tío, tu madre me ha dicho que ya eres mayorcita para tener responsabilidades, y yo he pensado que podrías cuidar de él que es ciego. Dentro de un tiempo pasaremos a visitarte.

Yo sabía que no era verdad, que mi madre no me habría dejado con ese hombre para nada, y que Catalin sólo quería deshacerse de mi.

Me fui con el ciego, que me enseñó muchas cosas porque decía que le caía bien, pero ese hombre era muy pobre y sólo me daba de comer una vez al día: algo de pan y una sopa. Estaba muerta de hambre, más que cuando vivíamos en Reus y en Térmens. Cada vez que me quejaba, él me replicaba y me regañaba. Cada vez era más insoportable. Tenía que salir de su vida. Pensé que si acudía a la iglesia, me ayudarían y me llevarían con mi madre.

Así que un día, le llevé a un descampado lleno de ruïnas, le hice pasar por ellas como había hecho más de una vez para vengarme, él se cayó y yo huí corriendo en direción a la iglesia más próxima.


Anna Rosselló
Laura Reig

1 comentario:

Sergi Gorgues dijo...

El comentario está muy bién.

En resumen me ha gustado.

Adiós..