Me fui a la iglesia más cercana. Allí me encontré con un cura que estaba resando. Le conté toda mi historia y él me dijo que me ayudaría. Pero yo no quería dinero, sólo quería volver con mi madre. Pensé que sería mejor hacer lo que él me pedía y luego volver a Reus.
Nos fuimos a su casa y allí me mandó que le lavara los platos y le hiciera el almuerzo que al terminar me llevaría a casa. Al día siguiente me dijo lo mismo. Y también el siguiente. Al principio me lo creía, ya que comía bastante bien, pero poco a poco me decía que él tenía que alimentarse mejor, porque era más mayor. Una vez descobrí donde escndía la llave de la despensa en su bolsillo, así que un día mientras dormía le cogí la llave y me la guardé. Cada noche me iba a la despensa y comía lo primero que encontraba, me daba igual, porque con el hambre que tenía... Volvía de puntillas a mi habitación y escondía la llave bajo la ventana. Cuando pasaba aire, hacía un ruído parecido al de las serpientes, y por eso el cura pensó que había una, del mismo modo que también pensaba que había ratones en la despensa. Pero él desconfiaba un poco de mi ya que se había dado cuenta de que le faltaba la llave. Cambió el paño de la despensa y nunca supe donde puso la llave nueva. Como que pasaba mucha hambre me escapé de aquella casa en busca de la policía, que creía que me ayudaría.
Anna rosselló
Laura Reig
jueves, 28 de febrero de 2008
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