Ellas se llamaba: Maria Lazarilla y Antonia Lazarilla. Son dos hermanas, gemelas, de 11 años. Pertenecían a una familia pobre, pero honrada. Pese a la pobreza eran realmente felices y unidas. La madre a causa de la pobreza que había en la familia, se vio obligada a venderlas a una mujer que aparentaba ser de una familia con un salario elevado. Pero como dice el refrán “LAS APARIENCIAS ENGAÑAN”.
La mujer al llegar a la casa de las niñas notó un cierto rechazo. Ellas se dieron cuenta de que la mujer aparte de ser ciega, no tenía buen carácter. A las Lazarillas les cogió un poco de miedo, pese al miedo se fueron con ella, pensando en un futuro mejor.
Al llegar a la nueva casa, vieron que todo estaba desordenado y sucio i no era tan rica como aparentaba, ya que vivía en una chavola cercana al río. No tenía ni habitación de aseo ni electrodomésticos ni nada por el estilo.
Lo peor llego al día siguiente, las niñas hambrientas, ya que en la casa no tenían nada que llevarse a la boca aquí era todo peor. No sabían que hacer, la señora, su nueva ama, no les daba de comer, se lo comía todo ella, bueno todo… lo poco que tenían. Las niñas sin saber que hacer planeaban por las noches su huida hacia un sitio mejor, un sitio en el que se pueda comer, beber y asearse, lo normal.
Después de dos días sin comer, y bebiendo del agua del río las niñas emprendieron su camino hacia un nuevo amos mejor.
jueves, 6 de marzo de 2008
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