miércoles, 12 de marzo de 2008

TRATADO SEGUNDO

Después de varios días rodando sin rumbo por las cercanías, un buen hombre, paró a ofrecerles un trabajo a cambio de comida. Este señor resultó ser el cura de la iglesia del pueblo. Al llegar a la vivienda del cura, este les dio un trozo de pan y medio vaso de agua para cada una. Las niñas después de que les ofreciera esto, aún se sentían con el estomago vacío, pero ya no era lo mismo. Antes de oscurecer les ordenó que fueran a buscar un colchón y cuatro mantas que estaban en un cuartillo de la iglesia, mientras de dirigían a la casa con el colchón y las mantas comentaban que no había sido una buena idea aceptar la invitación de esta hombre, ya que no tenia ni dinero para su propia comida. Estuvieron unos días limpiando la casa y la iglesia a cambio de algo de fruta, trozos de pan duro y agua. Pero para las dos, eso no era suficiente, ya que estaban todo el día limpiando. Entonces, un día Antonia Lazarilla encontró una habitación que el cura les tenia prohibida la entrada, y por curiosidad ella entró, allí pudo observar la poca comida que el guardaba de la gente que daba la comida para los pobres de la iglesia. Cada noche mientras el cura descansaba en su lecho las niñas se levantaban a escondidas y sin hacer ruido para poder saciar el vacío de su estómago. El cura al darse cuenta que poco a poco le faltaba comida, una noche no llegó a dormirse para descubrir que pasaba, una vez allí, en la habitación de la comida, descubrió a las niñas comiendo lo poco que tenia, se enfadó tanto que les dio tal bofetón que empezaron a sangrar por la nariz. Las niñas avergonzadas decidieron abandonar la casa e ir a por su tercer amo.

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