domingo, 9 de marzo de 2008

Tratadoo PrimerO**

Érase una vez, en el año 2076, un niño llamado Lazarete que tenia justo ocho años se encontró en una situación un poco delicada de contar.

El pobre niño estaba jugando en un parque con dos muchachos mayores, cuando vino una mujer llorando que decía ser su tía. La mujer le contó, con mucha tristeza, que habían encontrado muerta a su madre en el suelo de su dormitorio hacía ya cinco horas. El niño no se lo creyó y entonces se fue a su casa con su tía para ver lo ocurrido.

Al llegar a su casa, Lazarete vio a su madre tendida en el suelo con sus dos manos agarradas. Parecía dormida. El niño saltó encima de ella, la miró y le habló; pero no reaccionaba. Lazarete no pudo contener las lágrimas. Estaba fría. Mientras, su padre estaba sentado en una silla con un jersey de su madre i con los ojos llorosos.

Lazarete se pasaba todos los días sentado en la calle con la mirada perdida. Su padre lloraba en su casa. Hasta que un día su padre hizo las maletas de Lazarete y se las dejó en la calle con un papel encima que decía: “Ya no puedo cuidar más de ti. Ya es hora de que hagas tu vida tu solo. Un beso, tu padre.”

El niño deambulaba por las calles de su ciudad sin rumbo fijo, cuando se encontró a un ciego que el niño se fijó en él y su perro. A Lazarete le encantaban los animales y fue corriendo hacia él. El hombre preguntó al niño qué quería y qué le pasaba. Siguió preguntándole si andaba solo y entonces se sentaron en un banco y se pusieron a hablar. El ciego se quedó con Lazarete, le cuidó, le dio de comer... Bueno, lo de que le dio de comer no es verdad. El ciego se lo comía todo Y Lazarete se moría del hambre y una noche abandonó al ciego y se fue en busca de un nuevo amo.

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